Me he dado de baja del servicio WhatsApp. Lo aborrezco. Y no será porque lo intenté todo antes de llegar al extremo de anular mi cuenta. Primero fue cuando alguien ajeno a mi entorno más próximo empezó a controlarme a qué hora iba a dormir entre semana. No tengo porqué justificarme, acudo a reuniones periódicas que a menudo se acaban a la una o incluso más tarde de la madrugada. Anda, ayer de parranda, eh, que te desconectaste del guats a las dos de la noche... Busqué por internet si era posible esconder a qué hora usaba este programa. Lo encontré, lo desactivé y la cosa mejoró levemente. Volvía a disfrutar de cierta privacidad.
Más tarde fueron los malditos grupos a los que nadie te pregunta si quieres pertenecer y en los que te encuentras un día atrapado sin poder salir por lo que dirán si lo haces. El teléfono me sonaba a todas horas y me resultaba extremadamente molesto. Volví a recurrir a internet para ver qué podía hacer. Salir del grupo o silenciarlos. Salí de dos o tres intrascendentes y silencié el resto. Al cabo de pocas horas me reclamaban, cómo no, a través de WhatsApp, con cierto enfado, porqué me salía de tal grupo. En otro me preguntaban si estaba molesto por no escribir nada últimamente. No, respondo, simplemente es que me agobiaba atender cuando podía al teléfono y ver 100 mensajes pendientes de leer. Y me agobiaba más no leerlos y que después me exigieran explicaciones por no hacerlo.
"Vivir sin WhatsApp se ha convertido en una paradoja. Estamos fabricando personas conectadas permanentemente al mundo pero ajenas a la realidad que les rodea. Yo me atrevería a decir que en cierta forma estamos enfermando. Pero lo triste es que ahora mismo, para muchos, el único desequilibrado de esta historia soy yo.
La gratuidad de este programa ha derivado en un abuso de dimensiones colosales. En un grupo de 9 personas tenía que aguantar cerca de 30 mensajes de “Buenos días” y otros tantos de “Buenas noches”. Cada mañana y cada noche de cada día. Y fotos y vídeos de “humor” que se traspasaban cíclicamente entre grupos y usuarios que intuyo respondían a un afán de protagonismo de quienes los enviaban. “Ola ke ase” bajo la foto de un zopenco. Yo les hubiera dicho a mis contactos: Por favor, no me mandéis más mierdas, usadlo sólo para cosas importantes. Pero me hubiera buscado más enemistades, lo dejé para otro día.
El guardado automático de imágenes en el carrete del iPhone me jugó una mala pasada. Me enviaron una foto pornográfica. Muy pornográfica. La borré al momento pero se coló en mi iPhone. Gracias a la sincronización de imágenes de iCloud, se coló en mi iPhoto y al de mi mujer. Llevaba meses sincronizando imágenes sin saberlo y cuando un día me puse a mirar fotografías de mis hijos las encontré todas ahí. Y los miembros de mi familia que estaban mirando en ese momento, también.
La gota que ha colmado el vaso ha sido hoy por la mañana cuando una persona ajena a mi entorno familiar y profesional me ha llamado indignado porque no le he respondido a un mensaje. Le he contestado que claro, estoy trabajando, y lo que tiene cuando trabajas es que conviene concentrarte en lo que haces y no perder el tiempo en memeces o contestando mensajes que no son urgentes, que no dan de comer y que puedo atenderlos perfectamente en el momento que se merecen, por ejemplo cuando voy al baño a defecar.
He anulado mi cuenta y he borrado el programa. Primer efecto inmediato: Silencio. Mi teléfono ha dejado de sonar cada pocos minutos. Segundo: Batería. Los amperios han aumentado o el consumo ha bajado. Sea como sea tengo un teléfono nuevo.
Efectos secundarios: Llego a casa al mediodía y se lo explico a mi mujer. Se indigna. ¿Y ahora cómo voy a enviarte mensajes? Con lo bien que me iba, anda póntelo otra vez. Y eso que trabajamos y vivimos juntos. Le respondo: Mira, en un mes me mandaste dos mensajes. Uno que fuera a la carnicería y otro que venía tu madre. De los dos, interesantes, sólo uno. Mándame un SMS la próxima vez. Me he tenido que hacer la comida yo.
A las tres de la tarde recibo la visita en mi trabajo de una persona con la que me une cierta amistad. ¿Te has quitado el guats? ¿Qué te ha pasado? Serenamente le cuento que me he agobiado del programa, que prefiero no usarlo. Me mira con cara de incredulidad. ¿Con quién te has enfadado?, insiste. Joder qué pesada. Le repito que no, que no pasa nada, que ya me lo volveré a poner más adelante. Seguimos hablando de otras cosas pero cuando se va vuelve a la carga: ¿Me contarás algún día lo que de verdad te ha pasado?
Entro en mi cuenta de Facebook en el MacBook. Uso mi cuenta para supervisar la publicidad de varias páginas que gestiono. Sorpresa: Tengo siete mensajes preguntándome todos más o menos lo mismo: ¿Qué te ha pasado? Incrédulo redacto un texto genérico y lo pego en todos y cada uno de los mensajes explicando lo mismo: Estaba estresado y lo he borrado, si necesitáis poneros en contacto conmigo ya tenéis mi número. Gracias.
Al cabo de pocos minutos descubro un programa que casi ni sabía que existía. Otros de mis contactos están intentando dar conmigo a través de algo que pueda enviar mensajes gratis, en este caso iMessage. Se me abre una ventana y un conocido empieza con la misma ristra de preguntas. Al cabo de poco otra ventana. En uno de los grupos donde estaba el primer interlocutor ha comentado que me ha localizado en iMessage y todos los que tienen iPhone empiezan a escribirme preguntando: ¿Qué te ha pasado? ¿Estás bien?
He apagado el MacBook y el iPhone. He salido a dar una vuelta desconectado del mundo. Por suerte sólo era usuario activo de WhatsApp. Tengo cuenta de Twitter pero he enviado 4 mensajes, 5 a lo sumo, en 3 años. Tengo cuenta en Instagram pero no envié jamás una foto. En Facebook mi actividad personal es nula y Skype y otros sistemas de comunicación como Line y sucedáneos no han llegado a instalarse en mi teléfono. ¿Qué ocurriría si hubiera sido usuario activo de todas estas redes sociales y un día decido desapuntarme de ellas?
Creo firmemente en las relaciones personales presenciales, aquellas que te permiten compartir las vidas dando un paseo, haciendo una excursión, saliendo a correr por un sendero de tonos ocre y olor a tomillo. Aborrezco entrar en una consulta médica y ver a la totalidad de pacientes con los pulgares en acción y la mirada clavada en la pantallita del teléfono.
Vivir sin WhatsApp se ha convertido en una paradoja. Estamos fabricando personas conectadas permanentemente al mundo pero ajenas a la realidad que les rodea. Yo me atrevería a decir que en cierta forma estamos enfermando. Pero lo triste es que ahora mismo, para muchos, el único desequilibrado de esta historia soy yo.
Autor Vicenç Lacruz visto en Todo Pocket PC.
18 Internautas dijeron....:
Olé tu huevos, ojalá mas lo hiciéramos, eliminemos la dependencia tecnológica de nuestras vidas
real como la vida misma... yo soy "nueva" en esto del guasap, y si digo la verdad, ni lo uso, sigo prefiriendo los sms...
Yo me uno a tu causa, llevo sólo 4 meses con whatsapp y tiene muchos contra para mí entre ellos el estres emocional al que me ví sometida, por no mencionar los malentendidos que provoca este "inofensivo" programa.Lo he quitado hoy y sé que puedo vivir sin él incluso estoy segura que ganaré en calidad de vida.
Yo me uno a tu causa, llevo sólo 4 meses con whatsapp y tiene muchos contra para mí entre ellos el estres emocional al que me ví sometida, por no mencionar los malentendidos que provoca este "inofensivo" programa.Lo he quitado hoy y sé que puedo vivir sin él incluso estoy segura que ganaré en calidad de vida.
Considero sensata de pensar, claro que vivimos en una sociedad enferma de tecnología, solo hay que alzar un poco la mirada y observar todas esas caras iluminadas por un móvil dejandose abducir. Yo he quitado el wasap porque me considero una persona inadaptada a ese tipo de tecnologías de chat, crea confusión, dependencia en la mayoría de los casos y no preserva nuestro derecho a la intimidad.
Me uno al club de los bichos raros :-)
Me parece una buena "estrategia" si me permites la expresión. Considero que la vida es complicada como para complicarla más. Yo tengo varias redes sociales, vivo enganchada al mundo y a la gente que me rodea. He barajado la idea que tu has aportado y por eso he llegado hasta este blog, en busca de opiniones de personas maduras dispuestas a dejarlo todo para recordar qué es disfrutar de una charla en un café sin necesidad de que tu interlocutor esté mirando el dichoso whatsapp.
En serio, no sé hasta dónde vamos a llegar y yo me incluyo en este circulo vicioso.
Tanta tecnología no nos hace bien, estamos dejando de pensar y de sentir, estamos olvidando qué es concentrarse en una única cosa ya que todo lo que hacemos es compartido con mirar el móvil cada 4 o 5 minutos. ¿Es una nueva capacidad, esto de tomar un café con un amigo mientras miramos unos mensajes en el whatsapp? Sin duda: no. Estamos atontando a nuestro cerebro sin darnos cuenta, atrofiando nuestras neuronas.
Te aplaudo por tu logro, sigue así.
Un saludo.
Me parece una buena "estrategia" si me permites la expresión. Considero que la vida es complicada como para complicarla más. Yo tengo varias redes sociales, vivo enganchada al mundo y a la gente que me rodea. He barajado la idea que tu has aportado y por eso he llegado hasta este blog, en busca de opiniones de personas maduras dispuestas a dejarlo todo para recordar qué es disfrutar de una charla en un café sin necesidad de que tu interlocutor esté mirando el dichoso whatsapp.
En serio, no sé hasta dónde vamos a llegar y yo me incluyo en este circulo vicioso.
Tanta tecnología no nos hace bien, estamos dejando de pensar y de sentir, estamos olvidando qué es concentrarse en una única cosa ya que todo lo que hacemos es compartido con mirar el móvil cada 4 o 5 minutos. ¿Es una nueva capacidad, esto de tomar un café con un amigo mientras miramos unos mensajes en el whatsapp? Sin duda: no. Estamos atontando a nuestro cerebro sin darnos cuenta, atrofiando nuestras neuronas.
Te aplaudo por tu logro, sigue así.
Un saludo.
Me parece una buena "estrategia" si me permites la expresión. Considero que la vida es complicada como para complicarla más. Yo tengo varias redes sociales, vivo enganchada al mundo y a la gente que me rodea. He barajado la idea que tu has aportado y por eso he llegado hasta este blog, en busca de opiniones de personas maduras dispuestas a dejarlo todo para recordar qué es disfrutar de una charla en un café sin necesidad de que tu interlocutor esté mirando el dichoso whatsapp.
En serio, no sé hasta dónde vamos a llegar y yo me incluyo en este circulo vicioso.
Tanta tecnología no nos hace bien, estamos dejando de pensar y de sentir, estamos olvidando qué es concentrarse en una única cosa ya que todo lo que hacemos es compartido con mirar el móvil cada 4 o 5 minutos. ¿Es una nueva capacidad, esto de tomar un café con un amigo mientras miramos unos mensajes en el whatsapp? Sin duda: no. Estamos atontando a nuestro cerebro sin darnos cuenta, atrofiando nuestras neuronas.
Te aplaudo por tu logro, sigue así.
Un saludo.
Buenas, yo me instale wathsapp en el ordenador para hablar gratis con mis amigos...A los pocos meses, 4 o 5 creo que fueron, tuve una bronca gorda en un "grupito" de esos del guasap y me puse de los nervios. Si estas en uno de esos grupos estas "controlado", pues todo lo que digan tienes que estar atento ya que si no después te dice: "En el guasap se dijo tal cosa, atendieras" y un largo etc...Asi que lo desinstale, si quiero decirle algo a alguien lo llamo y se lo digo, punto.
Es una gran herramienta pero tiene sus contras, sobretodo en la privacidad.
Algo debe de tener Whatsapp cuando esta entrada que trata sobre "como vivir sin Whatsapp" ha tenido el mayor número de visitas y comentarios en la historia del blog.
Reconozco que como medio de comunicación es excelente, sin embargo el uso que se hace de él, en la mayoría de los casos, no es el adecuado.
De momento sigo sin whatsapp y lo que me queda.
Nueva reflexión.
El problema no es el programa si no el uso que hacemos de él. No tenemos miedo real a la aplicación sino a la respuesta que genera la utilización del mismo, en pocas palabras el contratiempo somos nosotros mismos. Usar las cosas con cabeza es más que necesario.
Yo hice exactamente lo mismo. El WhatsApp me recuerda al Msn en su momento.. mucha gente pendiente de si te conectas o no, si les hablas o no.. ufff, demasiado asfixiante para mi.
Buenos días! Yo hace 2 días que decidí quitarme el whatsapp y todas las reces sociales del movil porque me generaban ansiedad. No podía hacer nada concentrada, cada 5 minutos tenía que mirar el móvil, hiciera lo que hiciera. Mientras trabajaba, mientras comia... a todas horas y me estaba creando un nerviosismo del que no me daba cuenta. Parece mentira, pero esto nos está cambiando muchisimo, vivimos más a traves de nuestro movil que en la vida real. Yo he decidido parar esto, no sé cuanta gente me encontraré igual como yo, pero he visto en este blog, que todavía hay gente que piensa como yo. Saludos!
Me parece genial. Yo lo desinstalé ayer y espero empezar a llevar una vida normal. Al principio, por agobio dejaba grupos y la gente se enfadaba de manera absurda porque me iba. Es más importante la vida propiamente dicha que una dichosa aplicación???.. Para muchos sí, hasta el punto de dejar de hablarme u obligarme incluso a que si hablaba con el por privado, hablara también en los grupos. Fuera wasap, a vivir y a disfrutar del entorno y de la gente al natural. Si en realidad les interesas, te llamarán por teléfono, sino, allá ellos.
Hace un par de días que yo también eliminé mi cuenta de whatsapp sin ningún miramiento. Hasta dejé gente sola hablando(fíjate tú).Y tenia la certeza de que me pasaría lo mismo que te ha sucedido a ti, que la gente se volvería loca intentando averiguar que me había pasado para que no tuviera más la aplicación.Y me resulta increíble como les absorbe el programa. No pueden,ni quieren perderse nada. Tienen la necesidad de saber que alguien está ahí continuamente, y que va a leer lo que esta haciendo cada instante. Me parece enfermizo y una invasión de la intimidad descomunal. No veo que tenga que ser imprescindible la aplicación, teniendo esos móviles que están hechos para realizar llamadas.
Yo no tengo ni he tenido nunca whatsapp y me siento un poco marginada. Siempre tengo que justificar por qué no lo utilizo, escuchar comentarios del tipo "a ver cuando te pones whatsapp", o perderme eventos porque nadie se acuerda de que no tengo whatsapp y no recibo los mensajes de los grupos... Con facebook me pasaba igual, hasta que accedí a hacerme uno, ya que se discutían cosas que me afectaban (por ejemplo del trabajo) sin que mi opinión contara para nada, hasta que incluso se enfadaron conmigo!
Estoy de acuerdo con todo lo que habeis dicho acerca de whatsapp, no diria casi nada nuevo a lo que habeis apuntado. Yo personalmente estoy restringiendo bastante el uso de la aplicacion. Veo que quitarla me puede llevar al aislamiento total, pero si que intento adaptarme, usandola segun me interesa. Me he quitado de todos los grupos, que son un agobio, y lo que intentare hacer es tomar yo la iniciativa y enviar un mensaje individual a mis amigos para quedar, con el sitio, la hora, etc y con la intencion de vernos, y provocar que la respuesta sea si o no, y asi no enredarse en una cadena de mensajes sin fin. Para saber de las personas, llamada de telefono, si no contestan (que desgraciadamente es lo que pasa la mayoria de las veces), pues ya llamaran. Si no intentan contactar igual es que no son tan amigos... Creo que hay que intentar llevar este nuevo escenario hacia donde nos interesa, aunque no es tarea facil. Sobre todo, a mi juicio, buscar la concrecion, porque sino el whatsapp acaba esclavizando (te obliga a estar pendiente del movil). Si todo esto no me funciona, abandono je, je...
Totalmente de acuerdo y no lo he intentado nunca. Me horrorizó desde el primer momento. Lo de "Dónde va Vicente, donde va toda la gente" no va conmigo y que me controlen, menos aún. He vivido situaciones muy desagradables con personas que usan esta mensajería sin control alguno, faltando al respeto incluso al resto de acompañantes.
Saludos
Publicar un comentario