Enrique no se merecía morir y menos de esa manera. Autor de algunas
de las más bellas canciones de la música pop española de este fin de
siglo con Los Secretos y Los Problemas, siempre vivió al margen de
boatos, premios, fiestas y galardones oficialistas avalados por tal o
cual refresco.Ahora que tan de moda está agasajar a las efímeras
estrellas del pop, nos acordamos de lo mucho que hicieron Los Secretos
por nuestras vidas, más de una vez aquejadas de los mismos problemas que
tenía Enrique y el escaso reconocimiento que tuvieron.
Los Secretos siempre fueron unos perdedores. En los días del punk
eran despreciados e insultados por su valentía al expresar sus más
íntimos sentimientos sin tapujos. Y ahora los modernos de turno los
consideraban pasados de moda por no cambiar el ritmo de sus corazones
por sonidos digitales.
A Enrique nos lo podíamos encontrar cualquier noche deambulando por
las calles de Madrid. Parco en palabras, de semblante taciturno y con
una profunda melancolía dibujada en su rostro, desaparecía sin que
supiéramos cuándo ni dónde lo volveríamos a ver.
Ahora tan sólo nos quedan sus canciones y su siempre amigable y
tierna sonrisa y un hueco en nuestros corazones y en la música pop
española tan necesitada de creadores con tanta sinceridad y vida.
En un mundo que se tecnifica a pasos agigantados y en el que los
sentimientos desaparecen sepultados de una manera brutal bajo los ruidos
de moda, las canciones de Enrique eran los Sonidos del Silencio.
Autor Jesús Ordovas.
17 noviembre, 2014
Retrato de un perdedor que lo tuvo todo.
Etiquetas:
Los Secretos y Enrique Urquijo
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