06 marzo, 2012

Cuando la fotografía era un misterio y yo quería ser artista.

Qué me gusta la fotografía… todo el mundo lo sabe. Qué me gustaría ser una buena fotógrafa… pues que os voy a contar. Qué hoy en día con tanto Photoshop cualquiera puede obtener buenos resultados, ni que decir tiene. Por esto y con los medios que disponemos, simplemente con poner en automático cualquier máquina medianamente buena, tirar fotos con una cámara digital ya no tiene mucho mérito. Por supuesto, el encuadre, la luz y la originalidad priman, pero incluso eso lo podemos apañar con el photoshop. Me río mucho cuando alguien me dice que es muy buen fotógrafo, cosa que me pasa con bastante frecuencia ya que últimamente todo el mundo es fotógrafo. Pues yo no lo soy, y aunque me gustaría poder decir lo contrario, muero de envidia ante tanto arte cuando veo algo bueno.




Atrás quedan esos fotógrafos que utilizaban procedimientos como la placa autocroma cuyo mérito hoy no nos llama la atención salvo a los que realmente nos gusta la fotografía. Y aunque el aspecto de esas fotografías pudiera parecer el de fotos coloreadas, detrás había un trabajo y una técnica que muchos no le dan mayor importancia.

Uno de los mayores archivos de estas fotografías existe gracias a hombres como Albert Kahn.

Si os preguntáis qué tiene de especial este señor, os diré, que además de conseguir, gracias a su fortuna, un archivo histórico muy valioso de su época, intentó con él reforzar la paz mundial. Allá por el 1909, Albert Kahn, se embarcó en este proyecto ambicioso e ideal. Reunió a diversos fotógrafos y los envió a los cinco continentes para reunir un amplio archivo fotográfico que nos mostrara las diferentes culturas con las que compartimos el planeta, los diferentes conflictos armados y el desarrollo mundial. El espíritu idealista y romántico de Albert Kahn le hicieron creer que las naciones llegarían a conocerse mejor gracias a sus fotografías y con ello acabarían los recelos, odios y diferencias. Es evidente que no lo consiguió, pero me gusta la idea romántica de este buen hombre y su altruismo.





La lectura y los viajes son grandes vacunas contra la ignorancia, pero por desgracia, no todo el mundo quiere o puede leer y viajar. Por otra parte, incluso a algunos les parecerá una idea estúpida y visceral.

Como no quiero aburriros con mis peroratas sin ton pero con mucho son, os dejos con una muestra de estas fotografías y con la web de este singular caballero. Si os gusta la fotografía, sabréis apreciarlo.

En Azúcar y Sal le damos las gracias a Mar Gil como autora de esta entrada y dejarnos compartirla con todos vosotros.

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