15 noviembre, 2012

Tú eliges.

Tuve la suerte de conocer al señor Guzmán en un hospital, realizando labores de voluntariado, pasando el tiempo con niños enfermos de cáncer. Nunca antes había visto a una persona que transmitiese tanta serenidad y bondad.

Me resultaba incomprensible que a algunas personas, muy pocas, no les cayera bien. Quizá es que eran incapaces de asimilar que hubiera alguien tan sumamente positivo y con una paciencia a prueba de bombas. Y es que las situaciones que nos tocaba vivir en el hospital con los niños enfermos, podían destrozar la moral de cualquiera; por ejemplo, algunos niños estaban tan enfermos que a veces no los volvíamos a ver de un día para otro. Sin embargo, el señor Guzmán siempre ofrecía una mirada serena y una agradable sonrisa, y en cualquier circunstancia, tenía palabras y gestos amables para todo el mundo, incluso para aquellos que no se portaban bien con él.


Un día no pude más y le pregunté cómo podía tener siempre esa actitud tan positiva. Él, tan gentil como de costumbre, me respondió:
- “Bueno… Yo también tengo mis momentos bajos, ¡soy un ser humano!” – dijo sonriendo como siempre. - ”La diferencia es que cada vez que estoy a punto de rendirme ante las circunstancias, me digo a mí mismo que puedo elegir entre ser víctima y lamentarme sin hacer otra cosa, o puedo tomar las riendas de mi vida, haciendo todo lo que esté en mi mano para mejorar la situación. Siempre puedes elegir tu actitud. Siempre puedes elegir, amigo mío, entre lo positivo y lo negativo”.
Confieso que inicialmente sus palabras me parecieron obvias, pero su mensaje era muy importante y la mayoría de las personas no tenemos en cuenta este punto de vista.

Seguía sin comprender cómo podía adoptar siempre una actitud positiva, así que indagué más.
- “¿Usted siempre ha sido tan positivo, señor Guzmán?
Nada más hacerle la pregunta, me miró… pero sus ojos parecían estar en otro lugar. Por primera vez, vi un gesto serio dibujado en su rostro.
- “No. No siempre era tan positivo. Hace unos años me pasó algo muy dramático que hizo de catalizador para que mi actitud mejorase. Tuve un accidente de tráfico en el que pude morir… Quien falleció fue… mi amada mujer. La quería más que a mi propia vida, lo era todo para mí.
El coche quedó destrozado por el impacto, y mi alma fue golpeada mucho más duramente que mi cuerpo, cuando observé con impotencia como mi mujer apenas podía respirar y a pesar de eso me miraba con dulzura mientras me decía en un susurro que… todo saldría bien…”.
Me sorprendí muchísimo al ver cómo el semblante siempre alegre del señor Guzmán había desaparecido por completo, y por primera vez pude ver en su rostro reflejada una enorme tristeza. Quise pronunciar unas palabras de ánimo, pero el nudo en la garganta que sentí al notar tanto sufrimiento en aquel hombre noble y bueno, me lo impidió. Él, aparentemente consciente de mi incapacidad momentánea para articular palabras, siguió contando su triste historia:

 - “‘Todo saldrá bien’. Eso me dijo mi amada… Nunca olvidaré esas palabras. Cuando al fin consiguieron sacarnos de entre los amasijos del coche, y escuché a los médicos certificar su muerte, yo me quise morir en ese instante. Ya nada me importaba. Nada de lo que hubiera en este mundo podía tener sentido para mí. Quería morir e irme con ella. Fue entonces cuando uno de los médicos dijo que era necesario llevarme lo antes posible al hospital. Recuerdo que entre susurros yo decía una y otra vez que no quería vivir. Segundos después, perdí el conocimiento.
Desperté completamente aturdido y sin recordar nada en una habitación iluminada por una intensa luz natural que entraba por una amplia ventana. Una amable voz femenina me saludó y empezó a explicarme la situación. Se trataba de una enfermera que rápidamente llamó al personal del hospital para que me examinaran. Le pregunté qué hacía yo allí. La enfermera me contó que había tenido un accidente hacía varias semanas. Nada más escuchar esas palabras, pregunté por mi esposa, y cuando vi la expresión en la cara de la enfermera… recordé…
Me dolía tanto el alma que no podía llorar. La desolación que sentía era absoluta, y comencé a preguntarme qué hacía yo en el mundo, porqué se me había perdonado la vida…
Entonces, la enfermera dijo:

- “Todo saldrá bien”.
- “No hay palabras para describir lo que sentí al escuchar esta frase tan trivial, la misma que pronunció mi mujer pocos segundos antes de fallecer. En ese momento, fue cuando… Elegí. Elegí vivir, elegí tener siempre una actitud positiva… Como te decía antes, las circunstancias son las que son, amigo mío, pero mi actitud es mía, sólo mía. Yo elijo, y elijo la Vida, elijo actuar en positivo y trabajar para mejorar las circunstancias. Elijo amar y servir a los demás. Porque quiero contribuir activamente a que se cumpla.”
- “¿Que se cumpla qué?” – pregunté aún aturdido por la historia y sin ver lo evidente.
- “Que todo salga bien. “ – Me dijo el señor Guzmán, retornando a su habitual y agradable sonrisa…

Visto en Neoparadigmas.

Yo también he tenido el placer de conocer al Sr. Guzmán ;-). 

1 Internautas dijeron....:

Alex | Fontaneros Rivas dijo...

bien... que la demás gente vea el ejemplo