CONSUELO SÁNCHEZ-VICENTE A partir de julio de 2010 el Gobierno ha aplazado la subida del IVA hasta el verano que viene. Dicen que todas las previsiones coinciden en que para entonces ya habrá empezado a levantar cabeza la economía. No dicen que tensar aún más ahora la cuerda con la perspectiva de un invierno aún peor en paro y recesión sería un gasto inútil de energía política. La realidad es que ahora los «paganos» (perdón, los ciudadanos) tenemos telarañas en los bolsillos, y la previsión es que en verano se espera que estén algo más llenos. ¿Recuerdan el cuento de Caperucita y el lobo?, que, después de tratar de camelarla, cuando la niña se mosquea y le pregunta: ... y por qué tienes esa boca tan grande, el lobo se quita el disfraz de abuelita y ruge: ¡para comerte mejor! Pues eso, que el querido Gobierno va a esperar a que tengamos algo dinerito ¡para quitárnoslo mejor!
Los últimos datos sobre el IVA del Ministerio de Economía son que aunque el IRPF es el impuesto que más recauda (casi el 40 por ciento de todo lo que ingresa Hacienda), el IVA aporta al erario público algo más del 25 por ciento de los ingresos fiscales, más de la cuarta parte de la recaudación total por impuestos. Lleva todo el año en caída libre por la crisis. Hasta el pasado mes de julio, Hacienda ingresó por IVA 12.500 millones de euros: un 40,6 por ciento menos que el año pasado por esas mismas fechas. ¿Para qué echar a correr con lo impopular que es esto de subir los impuestos?
En el caso de los indirectos, como el IVA, que al gravar por igual el consumo de los ricos y de los pobres, por utilizar la terminología que tanto le gusta al presidente Zapatero, perjudican en mucho mayor grado a los que tienen menos que a los que tienen más, subir los impuestos es, además de impopular, injusto. Muy injusto. Con cara de ser muy rojo, muy progre y el más solidario, el Gobierno alardea de que no va a tocar el IVA superreducido, y para que se vea lo defensor de los pobres que es explica que ese IVA es el que grava el consumo de productos básicos como el pan, la fruta, los huevos, los libros, el material escolar, las medicinas o las viviendas de protección oficial.
Se calla, eso sí, que el IVA que subirá en julio un punto, el llamado IVA reducido, grava la compra de artículos tan «de lujo» como todos los alimentos menos los básicos, todas las viviendas menos las protegidas, el transporte, la hostelería, la asistencia social y sanitaria o la cultura y los espectáculos. Puro lujo, insisto. Y el IVA general, en vez de un punto, dos. Un nuevo hachazo (y van...) contra la clase media, cuanto más «media», más profundo. Y todo, sin tocarle un pelo a las SICAV, las empresas de los verdaderos ricos, según dice el Gobierno «progre» por miedo a que se lleven sus capitales de España.
27 octubre, 2019
Cuentros "progres" para niños
Etiquetas:
La sociedad del redil
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