16 mayo, 2012

Ripiado de palacio.

¿Qué filtro de amor, Letizia,
qué palaciega delicia
te sedujo, corazón?

Ayer le puse dos velas
negras a Rouco Varela
por bendecir la función.

Y, sin cambiar mis principios
tricolores, estos ripios
quisieran, princesa Ortiz,

decirte en esta balada
que ya no hay cuentos de hadas
que tengan final feliz.

Menuda bronca has formado
por haber desolterado
al heredero de Orce;

lo que el gana yo lo pierdo,
¿boda del siglo? De acuerdo,
pero del siglo catorce.

Princesa, que anacronismo,
este gigante es el mismo
que derrotó a don Quijote.

¿Para qué sirven los reyes
si no les rozan las leyes
ni el hambre ni el chapapote?

Dile a tu suegra Sofía
que imite a doña María
y aplauda a Curro Romero.

Rostropovich mola mazo,
pero el pueblo es un pedazo
de pan tosco y zarzuelero.

¡Viva Azaña! repetía
la España maldecía
monarquías de quita y pon.

Procura que don Felipe
entre polvo y polvo flipe
con Borges, Larra y Platón.

Bajo la tiara de espinas,
háblale de tus vecinas,
tormentos y desvaríos

al principito del cuento
que se aprendió el argumento
y nunca ha pasado frío.

Agárralo por el talle,
ponlo en mitad de la calle
disfrazado de bufón,

de moro sin pasaporte,
de cortesano sin corte,
de sueño de la razón.

Dile que las divorciadas
no creen en esas bobadas
de la princesita tonta.

la Sartorius se quedó
corta y la nórdica no
supo hacer de Pocahontas.

Háblale de usted a tú,
dile que la sangre azul
cuando sangra es bermelona;

que se mezcle con la gente,
que no sea tan indolente,
al peso de su corona.

La familia es un sorteo,
Julieta besa a Romeo
por no cortarle las alas.

Pobrecita lady Di,
que quiso cambiarle el chip
al RIP de Buckingham palace.

Y ojo con la canallesca
lisonjera que arma gresa
según afines la nota.

Madrid bien vale una misa
¿o era París? con las prisas
ni Peñafiel mira el Gotha.

La corte de los milagros
parece un corral de Almagro
sin Lopes ni Calderones.

Ojalá que los Ortiz
maquillen con su barniz
ilustrado a los borbones.

Cristínate, elénate,
Leti, urdangarínate,
pero sin marichalarte.

Nadie compra los secretos
de aquel marido discreto
que no es juez siendo tan parte.

Sin ponerme en tu lugar
quisiera que por jugar
compartieras la primicia

de que aquel rojo menos chic
alce su trago de Dyc
para brindar por Letizia.

A Letizia Ortiz y la Boda Real

Año: 2004, Interviú
Letra: Joaquín Sabina

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