06 febrero, 2008

Sólo para adultos

Este artículo lo leí un par de días antes de que llegase el día de reyes en el diario Metro. Como me pareció interesante y aquel día ya tenía algo que poner en el blog, lo reservé para ponerlo en otra ocasión.

Aquí os lo dejo. Habla de como los anuncios de juguetes solamente los deberían de ver los adultos.

Espero que os guste.



La Navidad ya se deja sentir en la propaganda televisiva: anuncios de cachivaches ruidosos y muñecas repipis que pasan por juguetes. Se trata de tentar a los más indefensos del mercado, los niños. Son los clientes perfectos de los vendedores gracias a la influencia que ejercen sobre unos padres que pocas veces resistimos las ganas de darles lo que piden machaconamente. Me parece inevitable la publicidad que conlleva el mercado libre, porque para conocer los productos en venta éstos deben ser previamente anunciados, y las empresas tienen derecho a invertir en propaganda el presupuesto que deseen, faltaría más, pero una cosa es eso y otra, hipnotizar a quienes no tienen capacidad para resistirse a ello.

El niño desconoce lo que significa llegar a fin de mes, ignora que hay recibos y domiciliaciones bancarias a las que hacer frente, no sabe lo que es la inflación; para el niño no cuenta más que el deseo repentino, la urgencia de poseer ese juguete que aparece una y otra vez por televisión y que los padres de Pepito ya le han comprado a su dichoso hijo. Pienso que la publicidad debería circunscribirse a los adultos, y que los anuncios de juguetes tendrían que emitirse a partir de las once de la noche, cuando ya no quedan críos despiertos.

A esa hora, los padres elegiríamos los juguetes para regalar en Nochebuena mucho más tranquilos, sin la presión filial. Pero ahora quienes deciden qué comprar son los niños, previamente sugestionados por la atractiva propaganda televisiva. Así que, ese gran invento de la compañía Coca-cola, Papá Noel, nos visita cada año cargado de juguetes que curiosamente no se encuentran en ningún rincón remoto de Laponia, sino en la macrotienda más cercana. Niñas que hacen caca, ositos cursilones que dicen tonterías. Qué espanto. Pero los Reyes Magos no son la alternativa al viejo glotón del trineo. La alternativa es que se prohíba la publicidad destinada a los chiquillos.

Juan Aparicio Belmonte. diario metro

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