"La grandeza de una nación puede medirse en cómo trata ésta a los animales” dijo Gandhi. Si esto fuera verdad, España estaría a la cola. En pleno siglo XXI, en un país que es pionero en muchos derechos sociales en el mundo, hacer sufrir a animales es una diversión. Hacemos un repaso a las principales citas españolas que hacen del sufrimiento animal una fiesta.
Estas fiestas, siempre regadas con mucho alcohol, proliferan por toda España aunque es la mitad norte la que se lleva la palma.
Las más famosas son las fiestas de San Fermín en Pamplona, pero estas son las más livianas. Hay festejos donde se lanzan toros al agua, se prende fuego a su astado o se lanzan dardos a las partes más dolorosas de animal.
En cuanto a las fiestas más salvajes de España, las de Tordesillas se llevan la palma. Cada año, en el mes de septiembre los vecinos trasladan un toro desde las calles del pueblo hasta el campo. Allí, los jinetes empiezan a herir con lanzas desde sus caballos que acosan al toro hasta que le hacen morir de estrés, agotamiento o por las heridas producidas por las lanzas.
Una fiesta polémica que tiene muchos detractores en España y de la que los propios vecinos tienen cierta vergüenza porque no permiten entrar a las cámaras de televisión o fotógrafos para ver cómo dan muerte al toro. Cada año los medios de comunicación muestran las imágenes de los vecinos enfrentándose a los periodistas que quieren cubrir el festejo.
Otra de las fiestas es la Rapa das Bestias en Galicia. Los caballos salvajes son bajados del monte para marcarlos y cortarle las crines. El festejo se convierte en una lucha entre caballos y personas que los agarran y manipulan de forma brusca para conseguir su objetivo de marcarlos.
Las vacas o toros embolados son otra de las fiestas que más controversia desatan. Consiste en prender fuego al astado del toro y soltarlo de noche por el pueblo mientras es fustigado, acorralado y perseguido por los vecinos.
Más crudeza demostraban aún las fiestas del Toro de Coria en Cáceres. Desde este año, el ayuntamiento ha prohibido lanzar dardos al toro.
El animal era soltado por las calles del pueblo mientras los vecinos tenían que derribarlo con dardos que iban clavado por su cuerpo. La creencia animaba a hacerlo en las partes genitales o en los ojos porque decían que traía fortuna.
Este año el toro fue perseguido por las calles hasta que el propio agotamiento lo hizo caer al suelo.
Las fiestas de Bous a la mar en Denia (Alicante) pretenden divertirse a costa de lanzar al agua al toro. Desde las 12 de la mañana los toros son soltados por el pueblo en la zona próxima al mar. Allí los vecinos tienen que intentar hacer caer al toro al agua.
Ya en el agua, el toro sigue acosado y si no puede subir a tierra por sus pies es remolcado por una barca hasta la orilla de nuevo. Estas fiestas están declaradas de Interés Turístico Nacional.
Está prohibido, pero se sigue realizando.
En Sagunto (Valencia) tienen prohibida su famosa Suelta de patos, pero la siguen realizando.
Los vecinos esperan en el agua a que se suelten patos para hacerse con ellos al vuelo. Esta práctica se realizaba en más pueblos de la región, pero poco a poco fue eliminándose. Sagunto fue la única que aún la conserva con mucha polémica.
Años atrás había aún fiestas más salvajes que se ha erradicado por la vergüenza de los propios vecinos. Como ejemplos en Manganeses de la Polvorosa ya no se tira la cabra viva desde el campanario, ahora se lanza un muñeco o Las fiestas de Lekeitio donde se crujía el cuello del ganso vivo que ahora se hace con animales muertos.
La mayoría de estos festejos están subvencionados con dinero público, desde los ayuntamientos. La Fundación Altarriba calcula que sólo en festejos taurinos de la Comunidad de Madrid se gastaron en 2006 medio millón de euros. Un hecho que indigna, aún más, a las asociaciones en defensa de los animales que hablan de fiestas de “dignidad nacional”.
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