Un país por regenerar

Madrid, tenemos un problema. El Informe Pisa colocó a los alumnos españoles en el puesto 26 de 40 países examinados. El 23% no alcanza el nivel mínimo en matemáticas y el 21% no lo logra en lectura. En cambio, según el Informe estrategia para el control internacional de narcóticos emitido por el Departamento de Estado norteamericano, España no sólo es el mayor punto de entrada a Europa de cocaína procedente de Iberoamérica, sino también el mayor consumidor de cocaína, drogas de diseño y de hachís de la Unión Europea. Ninguna universidad española figura entre las 100 mejores del mundo. Entre las 200 mejores, está sólo la Universidad de Barcelona, que ocupa el puesto 194. Luego aparecen la Autónoma de Barcelona, en el puesto 258, y la de Autónoma de Madrid, en el puesto 306.


Tenía razón Emilio Calatayud, juez de Menores en Granada, al decir que este país ha pasado del sopapo paterno como respuesta al castigo escolar a la protesta paterna, insulto y violencia contra el maestro que se atreva a reprender levemente a un alumno indolente e insubordinado. Encima, la autoridad administrativa arropa al alumno díscolo frente al maestro corrector. Hasta que Gobierno y sociedad no tomen conciencia de que la mayor riqueza del país es el desarrollo de la inteligencia práctica y emocional de la infancia y juventud, estaremos a la cola de un mundo global en el que el conocimiento humano produce las tres cuartas partes de la riqueza mundial y sólo una parte la explotación primaria del territorio.

El pasotismo de la familia, de las autoridades y de la sociedad es la causa del atraso escolar. Según el juez Calatayud, se habla de derechos olvidando que a cada derecho le corresponde un deber. Los derechos del niño tienen su contrapartida en los deberes del niño. Una sociedad que no reacciona al ver a niños y jóvenes deambulando por calles y plazas en horario escolar, siendo la enseñanza obligatoria, es una sociedad decadente y enferma. Como dice el citado juez, nuestra sociedad proteje más a los cangrejos de río que a su propios hijos.

Pere Bonnin visto en diario metro