A mediados de 1895, Vicente Blasco Ibañez tuvo que huir de Valencia después de una manifestación contra la guerra colonial, que degeneró en un movimiento sedicioso, dando origen a numerosos enfrentamientos de los ciudadanos con la policia y guardia civil.
Perseguido por la autoridad militar como presunto autor de este suceso, el novelista vivió escondido en varios lugares, uno de ellos fué el altillo de un despacho de vinos situado cerca del puerto de Valencia a la espera de que sus amigos le preparasen la huida en un vapor que iba a zarpar hacía Italia.
Al verse obligado a permanecer escondido, el autor leyó todos los libros que poseía el dueño de la casa, que no eran muchos, ni de interés. Así que para distraerse durante su encierro escribió en dos tardes un cuento basado en la huerta valenciana y al que tituló "Venganza moruna". Era la historia de unos campos forzosamente yermos que el autor vió, siendo niño, en los alrededores de Valencia.
Cuando embarcó para Italia, dejó olvidados en la taberna todos sus objetos personales, y el fajo de hojas con el cuento que acababa de escribir. Después de vagar por Italia durante tres meses, volvió a España y un consejo de guerra le condenó a varios meses de presidio, por lo que estuvo encerrado durante un año, sufriendo los rigores de una severidad intencionada y cruel. Al serle conmutada la pena, fué desterrado a Madrid, para estar más vigilado por el gobierno, y finalmente el pueblo de Valencia le eligió como diputado, librandole así de nuevas persecuciones, gracias a la inmunidad parlamentearia.
Su campaña electoral consistió principalmente en discursos al aire libre, ante muchedumbres enormes. Una tarde cuando estaba saludando a algunos de los oyentes, el autor reconoció entre ellos al joven que le había escondido en su casa.
Vicente Blasco Ibañez ante la insistencia del joven tuvo que acercarse a saludar a la madre de este y de paso volver a ver la pequeña habitación que le había servido de refugio, durante el tiempo que estuvo escondido. Mientras el autor recordaba emocionado su hospedaje en aquella vivienda, los propietarios fueron sacando todos los objetos personales que el autor había dejado olvidados allí. Así fué como Vicent e Blasco Ibañez recobró el cuento Venganza moruna y que leyó como si no fuera suyo.
Después de leerlo, decidió ampliar el relato y hacer una novela, para ello lo primero que hizo fué quitarle el título original ( que posteriormente usaría para otro relato ) y ponerle "La barraca".
El libro se publicó por primera vez en el folletón del pueblo, pasando casi inadvertida. Más tarde, Francisco Sempere, su compañero de empresas editoriales, y que por entonces era un librero, publicó una edición de "La barraca" de setecientos ejemplares que se vendieron al precio de una peseta. En esta ocasión el éxito tampoco fué considerable ya que apenas si se vendieron quinientos ejemplares.
Ocupado en trabajar en sus ideas políticas, el autor no prestaba atención a la suerte editorial de su obra, cuando recibió una carta del Sr. Hérelle, un celebre traductor y profesor del Liceo de Bayona, que le pedía permiso para traducir su obra.
Despreocupado, dejó sin respuesta la carta de este señor, pero ante la insistencia del Sr. Hérelle por traducir la obra, le envió cuatro líneas autorizandole a realizar la traducción y de paso olvidarse de él.
Una mañana los diarios de Madrid anunciaron en sus telegramas de París que se había publicado la traducción de "La barraca", novela del diputado republicano Vicente Blasco Ibáñez, con un éxito editorial enorme, y los primeros críticos de Francia hablaban de ella con elogio.
"La barraca" que había aparecido en una edición española de setecientos ejemplares (vendiendose únicamente quinientos de ellos la mayor parte en Valencia), y que no mereció, al publicarse otro saludo que unas cuantas palabras de los críticos de entonces, pasó de golpe a ser novela célebre. El periodista Miguel Moya la publicó en el folletín El Liberal, y luego empezó a remontarse de edición en edición, hasta alcanzar su cifra actual de cien mil ejemplares legales.
Sin contar las ediciones que se hicieron en America sin su permiso. A la traducción francesa le siguieron otras y otras en todos los idiomas de Europa. Si se suman los ejemplares de todas las ediciones, pasan, seguramente del millón.
La ganancia que tuvo el autor por los quinientos ejemplares que vendió junto a su amigo Sempere, fué de setenta y ocho pesetas a repartir entre los dos.
El argumento de "La barraca" es el siguiente:
Sobre las tierras del tío Barret, que se atrevió a romper las cadenas y a cortar la cabeza del amo, don Salvador, con la consiguiente ruina de su familia, pesa una maldición. Convertidas en símbolo de la lucha contra los terratenientes, nadie debe cultivarlas.
La hostilidad se desata contra un forastero, Batiste Borrull, que, con el sueño de sacar a su familia adelante, decide arrendarlas, desatando así una tempestad de odio y resentimiento que culmina trágicamente. En la mejor tradición de la novela naturalista, Vicente Blasco Ibáñez (1867-1928) se demora en La Barraca (1898) en el análisis de la psicología colectiva y achaca la crueldad de los personajes a los bajos instintos y a la brutalidad del medio en que viven. En estas circunstancias adversas, la lucha del maestro, don Joaquín, para educar a sus alumnos, resulta infructuosa.
Si quieres leer más sobre el argumento de la obra, pincha en este enlace.
26 junio, 2008
La barraca
Etiquetas:
Curiosidades,
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