13 junio, 2008

Un negocio llamado agua



Un anuncio: una mujer atractiva, una botella de agua de una marca determinada en la mano que invita a beber a quienes quieran estar tan estupendas como ella. Sorprendente. Pues, hasta hace poco, sólo bebíamos agua cuando teníamos sed y el cuerpo lo pedía; no necesitábamos que nos incitaran a hacerlo. Además, saciábamos nuestra penuria hídrica abriendo el grifo o recurriendo a una fuente pública gratis. Que eliminara las toxinas o michelines ni se nos pasaba por la imaginación.

Si habíamos sospechado que podría tratarse de vendernos aguas privatizadas, como otro producto cualquiera convertidas en mercancía, ahora, a través de un grupo de científicos, nos enteramos de que lo único que hace el dichoso anuncio es, no sólo no reducir el volumen corporal, sino descarnar nuestros bolsillos para engordar la cuenta bancaria de las multinacionales que ya controlan cerca del 70% de las aguas potables y accesibles del planeta, ese bien tan escaso que, por si fuera, poco en gran parte está contaminado.

"Mientras un habitante del sur consume en promedio 20 litros de agua por día, un europeo llega a 213 y un estadounidense medio roza los 600".


Consecuencia: a unos 1.000 millones de personas se les ha excluido del derecho a acceder al agua potable, causando la muerte de un niño cada 15 segundos, y a otros 2.600 millones de personas, (el 40% de la población mundial), el disfrutar de los servicios básicos de saneamiento; pues, en muchos lugares los ingresos familiares mensuales son menos que unos litros de agua. Lo de que “todo ser humano tiene igual derecho al acceso al agua potable, en cantidad y calidad suficientes como para cubrir sus necesidades”, revela nuestra capacidad de hipocresía. Así, el caldo vital ha dejado de ser uno de los derechos humanos fundamentales para convertirse en una valiosa mercancía, causando muertes, tensiones y gestando guerras.

Un derecho que debería ser una obligación de los políticos a satisfacer en el plano jurídico. Mientras un habitante del sur consume en promedio 20 litros por día, un europeo llega a 213 y un estadounidense medio roza los 600. ¡Prepárense! En breve tendremos que comprar botellas de oxígeno en el supermercado del barrio, y a precio de oro.

Autor Nazarin Amirian Visto en el diario Metro

1 Internautas dijeron....:

ipecan dijo...

Cómo ha evolucionado el negocio desde aquellos aguadores que, por unos reales, te ofrecían echar un trago del botijo! !Y lo fresquita que debía estar ese agua almacenada en tinaja de barro!

Del barro hemos pasado al plástico, y del insaboro al "saboro" !el agua ya no es lo que era!....