Quiero agradecer públicamente a la autora del relato que haya tenido la amabilidad de enviarmelo personalmente para publicarlo. La primera vez que lo leí en el diario Metro, supe que era un relato que quería poner en mi blog.
El relato nos hace pensar en nuestra condición de seres mortales y de como nos empeñamos en hacer todas aquellas cosas que no queremos hacer.
Por eso siento envidia toda aquella gente que tiene el coraje suficiente para hacer lo que le apetece en cada momento, porque son los que realmente viven.
Muchas gracias por habermelo enviado......
LOS PRÍNCIPES DEL UNIVERSO.
Vivimos como si fuéramos inmortales y sólo a veces, cuando a nuestro alrededor sucede algo irreparable, abrimos los ojos y vislumbramos por un instante la realidad. Por lo general no nos gusta lo que vemos: nos causa pavor y pánico, nos demuestra lo débiles y transitorios que somos. Así que tendemos a cerrar de nuevo los ojos o, al menos, a entornarlos porque la vida, como el show de la canción, debe continuar, y si estuviéramos considerando sin cesar nuestra condición de seres mortales que nacen con una fecha de caducidad que no viene marcada en ninguna etiqueta visible, no iríamos a la oficina cada mañana, no nos meteríamos en atascos absurdos que nos hacen perder cientos de horas ni nos embutiríamos en unos malolientes medios de transporte, atestados como vagones de ganado.
"Si considerasemos nuestra condición de seres mortales, no pensaríamos que ya tendremos tiempo para hacer lo que de verdad queremos hacer porque seríamos conscientes de que puede que más tarde no tengamos ese tiempo".
No engulliríamos en quince minutos comida envasada sólo para poder seguir trabajando ni nos hacinaríamos en casas microscópicas por las que pagamos lo que nunca tendremos. No sonreiríamos como bobos al director de la sucursal bancaria que nos “da” ese dinero que no tenemos, ni soportaríamos con una especie de estoicismo feliz la fealdad de unas ciudades grises, asfixiantes y ruidosas, que justifican la necesidad de seguir tirando de un carro que pesa cada vez más. No pensaríamos que ya tendremos tiempo para hacer lo que de verdad queremos hacer porque seríamos conscientes de que puede que más tarde no tengamos ese tiempo. No pasaríamos el día deseando que llegue pronto el día siguiente y luego el otro para que el fin de semana esté ya aquí y entonces empezar a suspirar por las vacaciones de verano, momento en que ansiaremos que lleguen las Navidades. No permitiríamos que nos hicieran creer que la felicidad está en comprar cosas ni nos consolaríamos pensando que, al fin y al cabo, todos hacemos lo mismo porque todos estamos en la misma espiral de inconsciencia.
Jonathan Swift escribió “Ojalá vivas todos los días de tu vida”. Pues eso: Ojalá.
Si te ha gustado este relato Visita el blog de Pilar Adón pinchando en este enlace
2 Internautas dijeron....:
Cúanta verdad encierran esas palabras.
La naturaleza ha permitido que el animal evolucione y se convierta en hombre, pero no nos ha enseñado a vivir, en sentido puro.
Creemos que vivimos, pero en realidad morimos poco a poco.
Es cierto... vivimos como si fuéramos inmortales.
Como si tuvieramos tiempo infinito para hacer lo que queremos, o para dejar de hacer lo que no queremos, o para hacer visitar ese lugar que tanto nos atrae, o para adquirir aquello que tanto nos gusta... ;)
Estoy totalmente de acuerdo con la autora. Desde que recuerdo, siempre he pensado así, pero es difícil no caer en la ilusión de que tenemos un tiempo aparentemente ilimitado, y a veces nos dejamos llevar por las circunstancias.
En cualquier caso, vivimos en un planeta y en una sociedad con una reglas, que obviamente podríamos "romper", hacer lo que nos diera la gana, pero si deseamos formar parte de esa sociedad y de esas reglas, en definitiva, de estar integrados y poder disfrutar de las ventajas y virtudes (que las hay) de esta sociedad, no nos queda más remedio que aceptar ciertas costumbres y formas de hacer las cosas: desde tener una hipoteca si queremos comprar una casa, estar en un trabajo que no nos gusta (aunque sea temporalmente), etc.
Como siempre, creo que la virtud, el equilibrio, la forma óptima de hacer las cosas, está en el medio.
En el tema que nos ocupa, no está mal aceptar las normas que nos hemos impuesto como sociedad y como individuos, pero tratanto de mejorarlas y adaptarlas a los cambios, y ser capaces de ser transgresores, de ser innovadores, de cuestionar el orden establecido en pos de mejorar como individuos y como sociedad, como raza humana...
En definitiva, debemos ser plenamente conscientes de nuestra mortalidad, y actuar consecuentemente con esta realidad, y tratar de ser mejores y no conformarnos...
Porque la vida, son "dos días".
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